miércoles, 6 de octubre de 2010

Literatura en versión vertical


Cien obras y cien autores desbordan escritos en los muros de los dos nuevos ascensores que Servas creó especialmente para la Biblioteca Nacional

Eugenio Cambaceres, Rodolfo Walsh, Felix Luna, Leopoldo Lugones, Arturo Jauretche, María Esther de Miguel, Horacio Quiroga y sigue la lista. Los nombres de autores y sus obras más representativas en la literatura argentina suben y bajan, incensantes, en los dos ascensores principales de la Biblioteca Nacional. La celebración del Bicentenario de la institución ameritaba el ingenio y así Servas, dedicados a la tecnología en transporte vertical, decidió dar un paso más en el diseño y evocar como corresponde a las letras locales con una propuesta lúdica. “Celebrando los 200 años de lectura, 100 títulos de obras literarias superan desbordantes los límites del techo del ascensor 1”, cuenta Marta de Pedro, responsable de Servas. “A sus correspondientes 100 Autores se los puede identificar en el ascensor 2, con la misma tipografía y posición espacial. Así se propone un viaje lúdico en el que el pasajero es el nexo entre las “Obras” y sus “Autores”. 100 + 100: 200 años de lectura ”.

Fundada por Mariano Moreno para preservar los valores de la Revolución, la Biblioteca Nacional está ubicada en su tercer sede, emblemática por cierto, con arquitectura de Clorindo Testa. “Hace poco, leí en una nota realizada al actual director Horacio González, que Borges no quería mudar la Biblioteca a la sede de Agüero porque dudaba de que sus ascensores funcionaran, lo que pareció ser algo profético, atento al mediático suceso acaecido más de una año atrás (N. de la R.: al menos siete personas resultaron heridas al registrarse una falla técnica en un montacargas de la Biblioteca Nacional que lo hizo caer hasta el subsuelo; aparentemente, no estaban habilitados)”, explica de Pedro.

Tras ese evento, se le confió a Servas la renovación total de sus ascensores. “Entendimos que teníamos la ineludible oportunidad de aplicar principios por los que venimos trabajando desde hace tiempo. Así que nos abocamos a revitalizar este ámbito tan utilitario que consume porciones de nuestro tiempo, transformándolo en una experiencia diferente, como nos gusta hacerlo a nosotros, provocando, estimulando y sorprendiendo”, afirma.

Despues de un activo proceso de intercambio entre las partes, el trabajo culminó con un homenaje a las letras argentinas que consiste en un tapiz de letras aplicado en el techo de la cabina. “El Desborde de letras tiene sus connotaciones . Por un lado, la imposibilidad de reflejar en un espacio acotado la intensa y calificada produccion literaria argentina, y por el otro, una reflexión sobre el corrimiento de límites que percibimos a diario, sobre una sociedad de consumo desbordada”, resume.

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